Nació el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, y murió en su país en 1973, apenas unos días después del golpe militar que derrocó al presidente constitucional Salvador Allende.
Desde muy chico quiso ser poeta, pese a la oposición de su padre, un ferroviario de fuerte carácter que culpaba a la poesía de sus malas notas en matemática.
En 1919 recibió su primer premio en los Juegos Florales del Maule y, en 1921, ya en Santiago, publicó su primer poemario, La canción de la fiesta, editado por la Federación de Estudiantes de Chile. Dos años después aparece Crepusculario, libro que abre una etapa sensual y amorosa de su poesía, con Veinte poemas de amor y una canción desesperada -publicado en 1924 y uno de los mayores éxitos editoriales de la poesía hispanoamericana en el mundo-, a la que siguen Tentativa del hombre infinito, El habitante y su esperanza, Anillos y El hombre entusiasta.
En 1927 inició una carrera diplomática que lo llevó a vivir varios años en destinos remotos como Birmania y Java, y también en España durante la Guerra Civil, época que retrató en sus poesías más declamatorias, que hablan de conflictos sociales y una concepción humanista: de ideas comunistas, fue senador en 1944 y huyó de su país en 1948.
Esta segunda época de su vida se refleja en una poética más compleja: Residencia en la tierra (1933), y luego España en el corazón y Tercera residencia, contienen poemas herméticos, en los que se combinan la incoherencia sintáctica y la acumulación de imágenes y símbolos, con la presión de la angustia humana.
La tercera etapa, mucho más abierta, corresponde a los poemas americanos de Canto general, Los versos del capitán, Todo es amor y Las uvas y el viento.
En una cuarta etapa canta con deliberada sencillez al mundo y las cosas que lo rodean, con Odas elementales (1954), Nuevas odas elementales, Extravagario, Cien sonetos de amor, Navegaciones y regresos, Las piedras de Chile, Cantos ceremoniales y Memorial de la Isla Negra, entre otros.
En el '70, con la presidencia de Allende, fue nombrado embajador en Francia, y en el '71 recibió el Premio Nobel de Literatura por su obra general que, según la Academia Sueca, "con la acción de una fuerza elemental, hace vivir el destino y los sueños de un continente".
Poema "AGUA SEXUAL"
Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.
Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.
Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.
Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.
y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.
Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.
Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.
Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.
y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.
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